Se mezclan con palabras enredadas en acentos extranjeros
Y a veces, despiadadamente, se convierten en amor;
Se vuelcan en una necesidad tan evidente,
En unas ganas insaciables de quererte,
En un deseo permanente de verte...
Sí, verte... Entre la gente, o entre las sábanas de tu cama.
Me detengo en tu boca y dejo que mi imaginación continúe su camino;
Y mientras consigo otra excusa para verte mañana,
Hoy, para entretenerme, te enciendo el cigarrillo.